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dc.contributorGonzález, Carloses_MX
dc.date.accessioned2018-06-02T23:54:03Z
dc.date.available2018-06-02T23:54:03Z
dc.date.issued2018-06-02es_MX
dc.identifier.urihttp://ru.juridicas.unam.mx:80/xmlui/handle/123456789/1813
dc.description<p><br />Los debates entre personas candidatas son muy importantes para las elecciones democr&aacute;ticas. Pero no cualquier tipo de debates. Hay algunos que, por su formato y ejecuci&oacute;n no lo son. Algo as&iacute; ocurri&oacute; en el pasado electoral mexicano, cuando los debates s&oacute;lo aportaban al aburrimiento nacional o a la promoci&oacute;n de alg&uacute;n ocurrente candidato o singular edec&aacute;n. Ahora, es preciso evitar esa situaci&oacute;n, sobre todo ante la epidemia de debatitis aguditis que aqueja a la Rep&uacute;blica. Para ello, aqu&iacute; algunas ideas:</p><p>&nbsp;</p><p>&nbsp;</p><ol><li>Los debates son para la ciudadan&iacute;a, no s&oacute;lo para los partidos y sus candidaturas (no nos hagamos bolas). Hemos equivocadamente valorado a los debates en s&oacute;lo una de sus dimensiones: como instrumentos de campa&ntilde;a. Pensamos que s&oacute;lo sirven para hacer bajar y subir tres o cuatro puntos porcentuales a las candidaturas en las encuestas (otro instrumento objeto de nuestro fetichismo pre-c&iacute;vico) y nos olvidamos de su dimensi&oacute;n principal y primigenia: ser instrumentos de la ciudadan&iacute;a para reflexionar y decidir su voto.</li><li>&nbsp;La cantidad no es calidad (ni la ley es Ley).&nbsp;La proliferaci&oacute;n de debates (pr&aacute;cticamente los hay todos los d&iacute;as en alguna de las 30 entidades con elecciones coincidentes) no necesariamente ha contribuido a ofrecer a las personas informaci&oacute;n y contrastes para reflexionar y decidir su voto. Algunos han innovado su formato, ayudando a su prop&oacute;sito c&iacute;vico. Pero la inmensa mayor&iacute;a no lo han logrado y en varios de ellos no asisten las personas candidatas, supuestamente obligadas por ley a participar. Otra laguna donde la ley no es Ley.&nbsp;</li><li>&nbsp;El formato es fundamental (la forma es fondo).&nbsp;Los dos primeros debates presidenciales organizados por el INE demostraron lo conocido: &ldquo;en pol&iacute;tica, la forma es fondo&rdquo;. La flexibilizaci&oacute;n de un formato acartonado gener&oacute; una expectativa y satisfacci&oacute;n ciudadana que, en millones de electores, dieron una buena noticia a la Rep&uacute;blica: una autoridad (el INE) se llevaba el reconocimiento p&uacute;blico favorable. El uso de las redes sociales, los sistemas digitales y el seguimiento interactivo de las personas que les hicieron &ldquo;trending topic&rdquo; con impuso &ldquo;millennial&rdquo; nos habla de una germinal apropiaci&oacute;n del espacio p&uacute;blico de los debates. Buena noticia.&nbsp;</li><li>&nbsp;Los post-debates no deben ser r&eacute;plicas (segundas partes nunca fueron mejores).&nbsp;Otro s&iacute;ntoma de nuestra debatitis aguditis es la proliferaci&oacute;n poco edificante de los llamados post-debates, que no son otra cosa que programas de televisi&oacute;n, radio y medios electr&oacute;nicos donde representantes de las candidaturas van a decir lo mismo que las y los candidatos dijeron en el debate original. Segundas partes que tampoco son mejores, sino peores.</li><li>&nbsp;Las encuestas no siempre sirven (&iquest;qu&eacute; tanto es tantito?).&nbsp;Puede afirmarse que lo peor de las encuestas electorales ha sido efectiva y paulatinamente expulsado de los sondeos de preferencias durante las campa&ntilde;as y se ha ido a incrustar a las llamadas post-debate. No hay a cu&aacute;l irle, sobre todo de las que se promueven, realizan y publican en Facebook y Twitter.</li></ol><p><br />Hay que ciudadanizarlos y apropiarnos del espacio p&uacute;blico donde se realizan.&nbsp;Lo m&aacute;s importante es reconocer que el fen&oacute;meno del Hiperdebate y su correlativo sintom&aacute;tico de la debatitis aguditis en poco o nada contribuyen al debate c&iacute;vico de las candidaturas. El Hiperdebate transforma al debate, magnific&aacute;ndolo y llev&aacute;ndolo a pretender ser y lograr cosas que no es ni est&aacute;n a su alcance y desvirtu&aacute;ndolo de lo que s&iacute; son o deben ser: instrumentos de las personas electoras para informarse, contrastar y formarse una opini&oacute;n propia que sustente un voto libre y meditado, comprometido, c&iacute;vico.</p><p>&nbsp;</p><p><br />Ahora hay que alentar las expresiones, sobre todo entre juventudes y medios electr&oacute;nicos, por apropiarse del espacio p&uacute;blico de los debates y contribuir a ciudadanizarlos en la medida en que las y los electores les hacen suyos y los usan. Enhorabuena, &iexcl;he aqu&iacute; la vacuna para nuestra afecci&oacute;n!&nbsp;</p><p>&nbsp;</p><p>&nbsp;</p><p>&nbsp;</p><p>&nbsp;</p>es_MX
dc.formatimage/jpeges_MX
dc.language.isoeses_MX
dc.publisherUniversidad Nacional Autónoma de México. Instituto de Investigaciones Jurídicases_MX
dc.subjectSegundo debatees_MX
dc.titleEl Hiperdebatees_MX
dc.typeWorking Paperes_MX


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